miércoles, 12 de enero de 2011

No esta todo perdido

Hace unos días, yendo en el autobús, pude contemplar como un niño de no más de 5 años golpeaba a su madre, chillaba, lloraba, tiraba cosas al suelo por no se que motivo. La madre no hizo mucho por detenerlo, a parte de algunas palabras sin mucho énfasis. Una señora que se encontraba al otro lado, y que se podía ver que no tenía mas relación con dicho niño que la de compartir transporte, se afanaba en contentar al chiquillo con chucherías e incluso dinero. Ni que decir tiene que no lo consiguió, ni ella ni la mitad de pasajeros del autobús, que por turnos trataban de satisfacer a la bestia. Yo lo contemplaba todo desde un poco más atrás, atónito, al ver semejante muestra de mala educación, tanto por parte del niño como de la madre. Me marché si conocer el desenlace de la situación, pero de una cosa estoy seguro, algún día, ese niño será uno más de los miles de jóvenes maleducados, violentos, irresponsables que abundan en nuestra sociedad, y todo por no corregirle un mal berrinche.

Sin embargo hoy, cuando estaba en el autobús de vuelta a casa, ha subido al mismo una pareja con un carricoche en el que iba una niña muy bonita. Soy muy malo para las cifras a ojo, pero diría que tenia unos 3 años, seguramente menos, 2, no lo se. Yo estaba de pie, siempre me quedo de pie, así evito levantarme si sube alguien que necesite más el asiento que yo, y se han puesto delante mía, con lo que el carricoche quedaba de cara a mi. La niña, curiosa como todos los somos a su edad, una curiosidad inofensiva, dulce, natural, infantil, se me ha quedado mirando, y creo que le ha llamado la atención el hecho de que yo llevaba los auriculares puestos, porque se ha señalado en varias ocasiones las orejas mientras me miraba. Incluso he notado a intervalos sus pies en mi rodilla, nada de patadas, simplemente no dejaba de moverse en su asiento, observando todo cuanto la rodeaba. La niña ha seguido mirándome a intervalos, bajo la atenta mirada de sus padres, y yo le respondía con breves sonrisas, que también dirigía a sus padres para aliviar su tensión, creyendo ellos que la niña podía ocasionarme alguna molestia. He notado su tranquilidad cuando han dejado de interceder cada vez que la niña extendía la mano para intentar tocarme. Al final, mientras esperaba que el autobús parara y abriera las puertas para salir, me he "despedido" sacandole la lengua y haciéndole un par de guiños que solo ella ha contemplado de entre todos los pasajeros. Me alegra ver que no esta todo perdido...

4 comentarios:

  1. joo, que cosa mas mona...me lo iba imaginando mientras lo contabas...
    cuantas veces te habre visto hacer ese gesto :)

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  2. Sí peke sí... Pero después crecen y crecen... Oh Brother! Lo mismo me paso contigo...

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  3. Yo no gritaba en los autobuses, como mucho sacaba la lengua... :P

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