domingo, 30 de octubre de 2011

De mayor quiero ser pequeño

Prefería la época en la que hacer amigos era tan fácil como decir "¿Puedo jugar?" y la peor de las ofensas se olvidaba al escuchar "¿Me perdonas?". Esos años son, seguramente, los mejores años en la vida de cualquier persona, cuando la inocencia nos protegía de la maldad del mundo que nos rodea y nos desfigura con cada año que cumplimos. Con 5 años podías tener hasta tres novias, y todas ellas jugaban juntas en el recreo. No necesitabas dinero, lo que te hacia falta aparecía por arte de magia en tu habitación, ropa, calzado, material escolar, juguetes...
Cuando la mejor noche del año era la víspera de reyes, esos momentos de tensión pensando si vendrán o se les olvidará tu casa, y despertar a tus padres a las 7 de la mañana para descubrir, un año más, que los reyes no se olvidan de nadie.
Esos deberes que consistían en recoger hojas secas para hacer un mural o colorear los animales que hubieras visto en la excursión a la granja, aunque al final acabaras coloreandolos todos. Cuando el día terminaba a las 10 de la noche, y los fines de semana empezaban a las 7 para ver los dibujos. Cuando decir "tonto" e "idiota" eran las peores palabrota inimaginables y el peor de los castigos quedarte sin postre.
Si nos dieran a elegir una etapa de nuestra vida para no abandonarla nunca, el mundo sería una guardería gigante.

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